Aquí podréis pasar un buen rato, pondré los fics que escribo, es decir esas historias escritas de mi propia mano. Escribo de todo tipo, avisaré de que clase es cada fic y para que edades se recomienda.
En el apartado de sugerencias me podréis proponer vuestras ideas y o escribiré con ellas con mucho gusto, de hecho agradezco ideas.
Bueno aquí traigo el primero, es malo, pero en fin, es de lo primero que hice, puede que le falte mejor redacción y es algo corto pero la historia no es mala creo yo. Es de fantasía. En los siguientes que ponga ya estarán mejor.
Pero este también disfrutenlo.
EL PODER DE LAS TRILLIZAS
Una misteriosa tienda
En una oscura noche de verano, nacieron tres niñas
en una casa corriente del antiguo Japón. La madre tuvo que cuidar sola a las
niñas junto con la abuela, puesto que el padre se creía muerto al haber ido a una
misión militar. Las tres niñas nacieron perfectamente con una y tres horas de diferencia:
la mayor se llamaba Shinobu, la mediana Yoshika y la pequeña Sanya. Cuando eran
bebés era difícil distinguirlas, pero al ir creciendo sus rasgos se
diferenciaron:
Shinobu tenía el pelo largo y liso, de color negro
azulado, ojos grandes y negros como la pez, era esbelta y silenciosa, le
gustaba los colores oscuros, los colores de la noche; Yoshika tenía el cabello
pelirrojo, corto y liso, unos bonitos ojos castaños, era alta y delgada, simpática
y enérgica y Sanya poseía un precioso y destacable cabello dorado y rizado en
las puntas que le llegaba por debajo de los hombros, era cariñosa, pero se
ofendía fácilmente y se inclinaba por los colores luminosos. Las trillizas eran
inseparables pese a tener gustos tan diferentes y se ayudaban para todo, su
época de niñez pasó como cualquier otra.
Cuando tenían 13 años, paseando por el pequeño
pueblo en el que vivían, divisaron una tienda en una esquina que no conocían y
fueron a verla.
-Vaya qué tienda tan acogedora – comentó Sanya al
entrar.
-Mira cuántas cosas – anunció Yoshika.
Avanzaron por la tienda y se dieron cuenta de que
Shinobu no las seguía. Miraron hacia atrás y la vieron ojeando una caja y
fueron con ella:
-Yoshika, Sanya, mirad qué amuletos tan originales.
-Son preciosos – admitió Sanya.
-Yo me
llevo este – dijo Yoshika entre risas.
-Y yo este – dijeron a la par Sanya y Shinobu.
Fueron a que la señora del fondo de la tienda les
cobrara lo debido.
Al día siguiente fueron a ver a su amigo Ikki a la
pastelería de su padre. Quisieron presentarle aquella tienda, pero al llegar a
la esquina no pudieron creerlo.
-¡Eehhh! – gritó Yoshika con los ojos desorbitado.
-¿Y bien? ¿Dónde está?- Dijo
Ikki.
-¡No puede ser!, ayer mismo estuvimos en la tienda que habrá aquí – dijo
Sanya.
-Una tienda no
desaparece de un día para otro – dijo Shinobu asombrada.
-¡Queréis tomarme el
pelo o qué! Aquí nunca ha habido ninguna tienda.
- Te juramos que si
la había – dijo Sanya atónita.
- Ya… - dijo Ikki dando
media vuelta y dejando a las trillizas como si hubiera visto un fantasma.
Las niñas se recorrieron
el pueblo para asegurarse de que no se habían equivocado, pero fue en vano. Al
llegar a casa, ya era tarde, cenaron y se dirigieron a su habitación en
silencio.
-¿Qué puede haber pasado? – preguntó Shinobu.
-Ni idea – respondió Sanya.
- A mi
no me miréis, tampoco sé nada.
Y durmieron pensando qué podría haber pasado; un
sueño compartido, una alucinación. No, estaban seguras de que había sido real,
puesto que conservaban los amuletos.
Una extraña visita
Pasó el tiempo y llegó el día de su décimo quinto
cumpleaños y estaban dando una pequeña fiesta en su casa con Ikki y comiendo
unos bollos que este había traído.
Todo eran risas y bromas. Por lo menos hasta que
llamaron a la puerta, la madre fue quien atendió la llamada y se encontró una
mujer alta:
-Buenas tardes, tengo entendido que aquí viven tres
chicas, ¿puedo hablar con ellas?
-¡Chicas! Preguntan por vosotras.
Las chicas fueron a la puerta pero cuando vieron
quién era se quedaron mudas.
-Hola, niñas.
-¡La señora de la tienda! – dijo Shinobu casi susurrando, siendo primera
en reaccionar.
-Pero ¿cómo? –
chilló Yoshika pasmada.
-Nosotras
estuvimos en su tienda hace dos años y compramos un a muleto cada una. Al día
siguiente volvimos, pero había desaparecido como por arte de magia, ¿se acuerda
verdad? – Declaró Sanya.
- Si,- contestó la mujer-y si que fue arte de magia.
Las tres hermanas se quedaron asombradas con aquella
contestación y pensaron que no las tomaba en serio, aunque estaban tan confusas
que no sabían qué pensar, recordando el suceso de la tienda.
-No fue coincidencia que os gustaran los amuletos y
comprarais uno cada una, y la tienda solo estuvo el día que fuisteis.
-¿Cómo?
¿Por qué? – Preguntó Yoshika más calmada.
Un secreto mágico
-¿Creéis en la magia? – Preguntó la misteriosa
mujer.
- Después de todo esto yo si – afirmó sanya.
-Supongo que yo también debería – la siguió Yoshika.
-Bueno, para empezar mi nombre es Sunako, y, aunque os parezca extraño
oírlo, yo no soy humana. Digamos que soy una bruja, pero tampoco es eso, vengo
de una especie de isla que hay sobre el cielo que veis. Desde allí controlamos
todo lo que sucede en la Tierra y decidimos si es conveniente dejarlo estar o es lo suficientemente grave
como para que intervengamos de la manera que creamos conveniente, en este caso,
hemos escogido una manera a la que hace siglos no se recurría- dijo claramente.
-¡Vaya! Increíble.
Parece un cuento de fantasía.- Dijo Sanya tan sorprendida como las otras.
-Jeje, bueno la verdad, es que hay historias y leyendas sobre nosotros,
algunas no son del todo ciertas, pero hay otras que lo son de principio a fin.-
Confesó Sunako.
- Yo he
oído historias así. Entonces ¿son todas ciertas?- Preguntó Shinobu.
-Sí, pero volvamos al
tema importante, a la razón de mi visita.- Sunako hizo una pausa, parecía
pensar y después dijo algo que impactó a las chicas. -Veréis, todo esto es
porque el mundo entero está en un peligro que desconoce, y vosotras... sois la
clave para salvarlo -. Dijo Sunako, al ver a las chicas con cara de no creer lo
que oían, siguió con la confesión:- Se puede decir que fueron los amuletos los
que os eligieron y os atrajeron. Solo vosotras podéis salvar el mundo de esta
amenaza. No puedo deciros más sobre ella, porque no sé nada más. Con esos
amuletos podréis adquirir un poder diferente cada una, unas alas para surcar el
cielo y la valentía necesaria para luchar. Los tenéis ¿no? Traedlos.
Las chicas los llevaban encima así que los sacaron,
eran unas bonitas piedras brillantes de distintos colores que parecían contener
un líquido. La de Shinobu era de color morado oscuro; la piedra de Yoshika, de
un color mezclado entre rosa y naranja y la de Sanya, de un bonito azul cielo;
y en los tres el líquido, era visiblemente del mismo color pero más claro. Lo
que les daba un hermoso efecto.
-Con esto se aclará todo. Agarradlas y apretad el
puño – ordenó Sunako – está bien, ahora abrid la mano.
- Vaya, como brillan – dijo Sanya fascinada.
-Los amuletos os están transfiriendo su poder y su esencia, no los
soltéis, y nunca, nunca los perdáis. Bien… Shinobu, tu amuleto tiene un color
que representa la noche, representa tu poder que es el de la oscuridad;
Yoshika, tu amuleto rosa anaranjado representa el poder de la
energía y, Sanya, tu amuleto azul claro representa el poder de la luz. Esos son
los poderes que domináis cada una, pero tenéis poco tiempo para controlarlo,
así que practicareis desde mañana. ¿De acuerdo?
- Yo
estoy impresionada, aún no me lo creo, pero vale -. Dijo Yoshika.
- Estoy
igual que Yoshika, aunque acepto -.Respondió Sanya.
-
Esta bien Sunako-sensei -.Terminó Shinobu.
-Vaya hacía tiempo que no me llamaban así, jajaja.
-Bueno, si tan
raro es, pues no la llamamos así.- Bromeó Yoshika.
-No, me
gusta.- Aclaró Sunako.
Dominio de los elementos
Así pasaron unos días, con Sunako como maestra y las
trillizas intentando dominar sus poderes.
-Chicas debéis daros prisa, hacer lo que podáis por
tenerlos dominados ya, falta poco para que el enemigo ataque. ¿Entendéis?
–advirtió Sunako.
-¡Entendido!
– contestaron las trillizas decididas.
Al principio las cosas fueron sencillas en
comparación con lo que vendría después:
Empezaron por aprender cómo controlar la energía que
recorría su cuerpo y a manejarla con soltura. Lo cual no era tan fácil como
parecía. Una vez controlada la energía propia, empezaron a trabajar con la
energía que les aportaban los amuletos, que se hacía aún más difícil. Pero
gracias a su fuerza de voluntad, uno de los elementos que las había conducido a
ser las elegidas, consiguieron dominar estas fuerzas también.
Luego, entrenaron lo que habían aprendido con
objetivos inmóviles, simples maniquís. Cuando consiguieron alcanzar todos los
objetivos con facilidad y superar esa parte del entrenamiento, tuvieron que
hacer combates entrenamiento contra la sensei Sunako.
La cosa al principio no fue demasiado bien, pero con
el tiempo cogieron el hábito de la batalla e idearon estrategias de ataque y
distracción. Al final las nuevas brujitas aprendieron a controlar sus poderes.
Ya estaban listas para salir a la batalla cuando llegara el momento.
Básicamente lo que las brujitas mejor aprendieron
fue:
Shinobu aprendió a dar rápidos ataques cuerpo a
cuerpo, a comunicarse con los animales para que la ayudaran y a lanzar rayos
oscuros.
Yoshika aprendió a lanzar bolas de energía, a
dominar los poderes psíquicos y lanzar rayos de energía.
Sanya aprendió a emitir una potente luz para cegar a
sus enemigos, a cambiar de aspecto y a lanzar rayos de luz.
Las tres aprendieron a desplegar sus hermosas alas y
a volar. Las de Shinobu eran negras y azules oscuras, las de Yoshika naranjas y
rosas, y las de Sanya amarillas y azules claras.
El ataque del enemigo
Sunako tenía razón al decir que faltaba muy poco
para el ataque del enemigo.
Un día al anochecer empezó a nublarse el cielo y a aparecer
criaturas extrañas de la nada.
-Son subordinados del enemigo. Puede enviar todos
los que quiera, pero no los enviará para siempre, quizá tengáis que estar
luchando contra ellos una o dos semanas. Solo aparecen por la noche así que
tendréis que descansar durante el día.
-¿Cómo los
murciélagos o los vampiros?- Dijo Sanya con un tono de broma, a lo que no
obtuvo palabra por parte de Sunako.-Vale, vale, solo era una broma. Pero es que
últimamente estamos muy presionadas y me volvería loca si no me río un
poco.-Explicó Sanya.
- En eso tienes razón, y os pido que me perdonéis por meteros en todo esto
tan bruscamente -. Lamentó Sunako.
- Ya lo sabemos, nosotras somos la esperanza del mundo y nos vamos a
fallarles-. Dijo Yoshika decidida.
-Bien. Van a por vosotras, sois un obstáculo
en el camino del enemigo. Ahora tenéis que acabar con ellos y de mostrar que
sois brujas de las buenas. – Dijo Sunako a las brujitas.
Y así estuvieron días luchando con una especie de
animal de piedra que recordaba a un osezno o a un toro y de sus grietas emanaba
un desagradable brillo gris.
Cuando pasaron doce días dejaron de aparecer
aquellas criaturas.
-¡Bien! ¡Somos geniales! – Exclamó Yoshika.
- ¡Los hemos derrotado!- Se
alegraba Sanya.
-Habéis luchado genial chicas.-
Dijo Sunako.
-Si conseguimos
luchar así es por tus enseñanzas–
respondieron las brujitas agradeciéndole su apoyo.
-Pero esto no ha sido nada
chicas, os queda enfrentaros a su líder, por fin averiguaremos quién es y cómo
es.- Terminó Sunako.
La batalla final
Las brujitas estuvieron entrenando y
mejorando durante cuatro días más. Hasta que llegó una mañana en la que no se
veía el sol, el cielo estaba cubierto de nubes negras y había una densa niebla
oscura y salieron de su casa, preparadas para todo.
-Ha llegado la hora de la batalla –
anunció Sunako.
Un hombre alto, de pelo largo y rubio,
de ojos azules, que vestía una especie de casaca de mago, de aspecto siniestro
y serio, bajó flotando desde las nubes.
-¡Vosotras! ¡¿Por qué os entrometéis en
mi camino?! – Dijo el hombre enfurecido.
- ¡Fácil! Eres el enemigo y queremos salvar nuestro planeta. – Dijo
Yoshika medio burlona.
-¡¿Quién eres?!¡¿De dónde vienes?! – le pregunto Shinobu muy seria.
- Soy Kyounhei /kiunei/–
contestó – y si no sabes de donde vengo es porque no te interesa.
De repente las tres a la vez le
dispararon sus rayos pero rápidamente sacó su escudo y se defendió. Sería una
batalla muy reñida. Así empezó los ataques mutuos. Si no pensaban en algo iban
s perder. Estuvieron horas en un toma y daca, hasta que a Yoshika se le ocurrió
un plan que comunicó a sus hermanas telepáticamente.
Shinobu llamó a todos los animales de la
zona. Jabalíes, ciervos, ardillas, conejos, aves, murciélagos e insectos
rodearon a Kyounhei.
Sanya se convirtió en una libélula y se
acercó a la cara de Kyounhei y empezó a brillar tanto que lo cegó y por último
Yoshika emitió un estrepitoso pitido a la cabeza de su enemigo con su poder
psíquico.
Dejaron a Kyounhei muy aturdido y
aprovecharon para lanzarle una ráfaga de potentes ataques hasta que lo dejaron
en el suelo no sabían si muerto o inconsciente, pero se desvaneció en la niebla
como si no hubiera existido. El cielo se clareó y una brisa fresca ondeó los
cabellos de las brujitas.
-¡Le derrotasteis! Todo ha acabado –
dijo Sunako emocionada.
-¡Bien!
¡Lo logramos! – dijeron a coro las tres chicas levantando sus amuletos en señal
de victoria.
… aunque Shinobu no estaba
convencida de que hubieran acabado con él.
Había sido demasiado fácil.
En aquel momento llegó Ikki, al principio se
quedó al margen mientras las chicas celebraban la victoria, pero en cuanto tuvo
oportunidad se abalanzó sobre Yoshika dándola un cálido abrazo.-Estaba preocupado.
Suerte que estáis bien-.Dijo con un tono tranquilo.
Se sorprendieron, pero más que ninguna,
Yoshika, que se sonrojó entre los brazos de Ikki.
FIN.
Bueno nada del otro mundo.
Aqui tengo otro. Este tratará de terror, es cortito, perfecto para un ratito que tengan.
Este sí que es mejor que el anterior. Aquí lo dejo.
Viaje al terrorífico final
FIN.
Bueno nada del otro mundo.
Aqui tengo otro. Este tratará de terror, es cortito, perfecto para un ratito que tengan.
Este sí que es mejor que el anterior. Aquí lo dejo.
Viaje al terrorífico final
Sentado en una mesa al lado de la pared atendía en
silencio a las clases, me siento solo pero no me molesta, prefiero eso a estar
con quienes no me entienden. Solo tengo un punto de vista diferente, sin
embargo, a pesar de todo, no voy a cambiar mi forma de pensar porque a algunos
no les guste. Sí, como pensareis, soy
alguien apartado de la sociedad, no soy popular y a veces objeto de algunas
risas de esos desgraciados que se creen superiores. Pero bueno, yo con mi vida
y los pocos que sean como yo…
Riiinnngg
…La verdad es que soy bastante normal, no llamo la
atención.
-Muy bien, podéis iros-antes de que el profesor lo
dijera ya habían recogido todos.
Yo guardaba tranquilamente mis libros en la mochila
quedándome el último en clase. Al salir del aula ya no encontré mucho jaleo y
pensando en mis asuntos me dirigía a las escaleras para salir ya de ese centro
tal lleno de inmadurez, cuando una muestra de inmadurez me atacó por la espalda,
y después solo sé que la escaleras corrían por debajo de mí y luego estaba todo
negro…
No sé si pasaron minutos, horas, días o cuánto tiempo
pero al abrir los ojos me encontraba en un sitio oscuro tirado en un suelo de
piedra muy frio, me sentía desorientado, demasiado para un simple desmayo, y
tenía una sensación muy rara…
Miré a mi alrededor para intentar saber donde estaba,
pero era inútil, veía todo como una niebla negra y, si acaso, algo de lo que
creía unos muros de piedras.
¡! Creí ver una sombra que se movió por allí… Un
escalofrió me recorrió la espalda.
-Cálmate, a ver piensa, ¿dónde estás? Lo último que
recuerdo es que… salía de clase, ¡¿dónde estoy?!- empezaba a asustarme porque
no encontraba lógicas a nada. ¡Otra vez la sombra!
Realmente me estaba asustando.
- ¿Hay alguien ahí?- pregunté a la niebla. No obtuve
respuesta, solo un viento frío que me heló el rostro.
Decidido a encontrar las respuestas por mi mismo me
puse en pie, algo mareado mire a mi alrededor, -creo que estoy… en algún sitio
grande, mucho, antiguo y abandonado. Empecé a caminar hacia donde no veía
ningún muro, creo que conseguía salir, un resplandor me alumbraba por debajo de
un arco, ¡la puerta!
Al salir, más de lo mismo, una espesa niebla oscura
tapaba el horizonte, un sitio abandonado, esta vez un jardín, muy grande al
parecer, y descuidado, por lo que resultaba bastante siniestro. ¡Otra vez la
sombra! No puedo estar alucinando. Pero no conseguía ver nada tampoco aquí ya
que la única luz que podía haber por el momento era la de la luna y estaba
escondida detrás de las nubes. Avancé a través de los matojos secos buscando al
dueño de la sombra que rondaba cerca. ¿¿Sollozos?? Frías ráfagas, sentía que me
atravesaban incluso el alma. Ese lugar me estaba haciendo sentir cosas muy
extrañas y ya no salía si alucinaba, ¿me estaría volviendo loco?
Esta vez la misteriosa sombra estaba más cerca, y
quieta. Dirigiéndome hacia ella con paso silencioso conseguí descubrir que
pertenecía a una chica.
Una chica de mi edad se ocultaba tras un arbusto
dejándome tan solo ver su piel pálida, su
cabello azabache, y uno de sus ojos,
con el que me observaba, de mirada clara, cristalina e introvertida. Intenté
acercarme a ella para poder verla mejor y hablar, pero se ocultó más. Era como
si tuviera miedo.
-Tranquila, - le sonreí- quiero hablar contigo, no seas
tímida- le decía suavemente. Parecía realmente asustada y precavida. -¿Dónde
estamos?
-…Yo tampoco estoy segura… mira a tu espalda.-
respondió ella, su voz tranquila, algo monótona
pero suave, cálida.
Hice caso a su sugerencia y me di la vuelta, pude ver
entonces que unas enormes ruinas, de un castillo creo, alzaba aun alguna de sus
torres, sin embargo, notaba en ellas algo que daba escalofríos.
-Creo que, como yo, tú habrás llegado aquí de forma que
no te explicas ¿verdad?- dijo la chica de la que aun no sabía el nombre.
-S-sí, no sé porque estoy aquí, ni siquiera sé donde
estoy.
-Creo que estamos en otro tiempo… si no me equivoco
diría que sobre la Edad Media, de vez en cuando pasan caballos, pero se oyen
muy lejos, y tan solo sé que también ese castillo oculta algo, siento algo raro
de él.
-Yo creo lo mismo… ¿pero como ha podido ser eso? Viajar
en el tiempo… ¿es imposible no?- estaba perplejo, confuso y su cuerpo temblaba,
quizá de frio o quizá de lo que estaba pasando.
Di un vistazo a mi alrededor y comprendí que sí que me
encontraba en el gran jardín de un antiguo castillo, ya todo abandonado, y a
pesar de lo majestuoso que pereció ser un día, ahora resultaba muy tétrico
además del extraño aura que se sentía. Una gota de agua me salpicó la cara, iba
a llover. Volví la mirada a la misteriosa chica, salía de detrás del arbusto y
pude verla, una chica como me había parecido, de mi misma edad, pálida, mi alta
ni baja, y por su estilo de ropa, toda negra, parecía de estilo gótico, una
expresión seria, pero tímida en una piel lisa adornada con unos labios carmín,
era bastante linda.
-Bueno… me llamo Alex, ¿puedo saber tu nombre? –le
pregunté con una simpática sonrisa.
-Laura, me llamo Laura.-respondió.
Con una sonrisa le agradecí que respondiera, y en ese
momento me dio la sensación de que en uno de los torreones pasaban tenues
resplandores pero no lo pensé mucho ya que unos cascos de caballos corrían a lo
lejos y además empezaba a llover bastante. Ambos entramos en el castillo, los
ojos ya se me acostumbraban a esa oscuridad.
-Oye, ¿sabes salgo de este castillo? Creo que he visto
algo en un torreón pero no hay nadie ¿no?
- le pregunté a la azabache.
- Llevo aquí no mucho más que tú, pero pasan cosas
raras, algo sobrenatural se oculta en este castillo, sé que no es fácil de
creer, pero es igual que la razón de porque estás aquí.
-Te creo…- admití con un suspiro, ya nada podía
sorprenderme.- Subamos a ver ¿te parece?
Me dirigí hacia la gran escalera del centro de la sala,
y Laura me seguía. Me sentía bien de tener acompañante, y no mentiré, además
ella. Fuera, la tormenta asustaba con más agrsividad. Al llegar arriba no vi
los resplandores, pero era aun más lúgubre. ¿¡Una voz!?
-¿Lo has oído verdad?- me preguntaba Laura.
-¿Tú también?- En ese momento sentí que algo me tocaba
el hombro. No era la chica de ojos perlados porque la tenía delante.
“¿Podéis ayudarme…?”
Grité sin remedio al escucharlo, ella solo abrió los
ojos, con mirada asustada, y se quedó quieta, al mirar detrás de mí comprendí
su parálisis, había aparecido alguien, un chico, también de nuestra edad. Quedé
inmóvil ante aquel rostro tan siniestro, blanco y apagado, con el cabello algo
largo, rubio claro y enmarañado, el ser con ropas rotas y viejas, y esas
manchas… su voz era como susurros como si me hablara dentro de mi mente, daba
escalofríos. Y el ambiente no mejoraba con los rayos cegadores y ensordecedores
que se veían por el pequeño hueco que hacía de ventana.
“Entiendo que os asustéis, mi nombre es Diego, no voy a
haceros daño, no os preocupéis, solo quiero vuestra ayuda,-no respondían- a
ver… soy un espíritu, habito en este castillo, pero eso puede acabar si
conseguís averiguar el misterio, mi misterio y el de este castillo, yo no puedo
saber nada, porque al morir perdí todos mis recuerdos de cuando estaba vivo,
solo sé que ocurrió una grave desgracia por mi ropa y los rastros del castillo,
os llevo observando desde que has llegado Alex. Quizá así podríais salir
vosotros de aquí vosotros también.”
Su voz era tan apagada como su piel, monótona y fría.
Ya saliendo del shock le dije- ¿Cómo podemos fiaros de ti?
“¿Acaso tenéis otra opción?... Os ofrezco… salir de
esta situación.” Mientras decía eso se daba la vuelta y atravesó la pared del
torreón.
-¿Qué hacemos…?- pregunté en voz baja a la azabache,
ella me agarró el brazo y se encogió de hombros con expresión de no hay más
remedio.- Esta bien, esto… Diego, te ayudaremos y saldremos todos de aquí.-
Dije con voz decidida.
El fantasma volvió a aparecer con los cabellos ocultado
su rostro. “Muy bien… mejor para todos…”
No acababa de fiarme de él actuaba muy siniestro y
extraño, ¿por ser espectro? No creo, algo había en él que no me convencía pero
por el momento callé y le pedí que nos explicara lo que sabía.
“Ya lo he dicho… solo sé que ocurrió una tragedia hace
unos años y el castillo fue abandonado… por los pasillos y salas no hay
imágenes agradables y también os advierto de que no soy el único… y los demás
están muy corrompidos…” dijo esto y se movió por la habitación a su paso se
encendían algunas antorchas dejándonos ver lo que en ella había, aunque hubiera
querido no verlo nunca, yo quedé aterrado, pero Laura ya no es que tuviera la
piel clara, estaba pálida, parecía que iba a desmayarse, y en sus rostro y sus
ojos se manifestaba su trauma.
-¿Q-qué ha ocurrido aquí?- dije en un hilo de voz.
La habitación era una terrible escena de la peor
película de terror, alumbrada por las tenues antorchas y los relámpagos, por
las paredes largas salpicaduras de sangre y en el suelo esqueletos y cuerpos
casi descompuestos algunos con la cabeza aparte o sin alguna otra parte.
Era
realmente una… desgracia, una matanza. Laura cerró los ojos afectada, ¿y cómo
no? La cogí de la mano y la llevé hacia las escaleras. El espectro iba delante
de nosotros, caminando en el aire, y pasaba lo mismo, las antorchas se prendían
por su presencia o no sé porqué y daban a ver las mismas imágenes que las de la
habitación de arriba, se me estaban revolviendo las tripas, según bajábamos
aquel fantasma materializado se detuvo ante uno de los cuerpos, tenía una gran
espada atravesándole del torso esquelético a lo que fue su cuello.
-¿Eres tú?-pregunté indeciso. No obtuve respuesta.
Justo al llegar abajo, sentí que unas manos me ahocaban
desde detrás y caí al suelo casi asfixiado, solo sentía un ente fría y no podía
quitarme las manos del cuelo ¡porque no las había!
No podía gritar, no podía
hacer nada, ya no podía respirar. La vista se me empezaba a nublar y no vi más
que los pies de Diego acercándose antes de caer…
¿Re-resplandor?… ¿Laura? -¿L…Laura?-creí despertar y
ver el rostro de la preciosa azabache, sí, despertaba. ¿Qué?
-Tranquilo, te desmayaste, pero ya estás bien, Diego te
ayudó. Te cuento, por lo que me ha dicho estamos en la Edad Media, y en
Valencia creo.- Me decía ella.
-… Yo… te conozco…- dije confuso, pero no deliraba lo
aseguro.
-¿Eh? –la chica se sorprendió- Sí claro nos hemos
conocido en el jardín.
-No, de antes, de mucho antes, ¿no nos hemos visto en
nuestro tiempo?- estaba seguro de que estaba relacionado con ella de alguna
manara. No me respondió.
Miré a mi alrededor estábamos en el mismo lugar, sumido
en esa historia de terror, una pesadilla…
Me incorporé aun algo mareado. La verdad es que esa “siesta” me había hecho
darme cuenta de varias cosas: esas sensaciones tan frías eran los espíritus que
allí rondaban, esos espíritus eran las victimas tiradas alrededor y no
descansarían hasta dar con el fondo del suceso. Caminé entre aquellos muros
viendo los rastros de sangre que adornaban las paredes huellas rojas de manos y
me imaginaba los rostros de terror y la agonía de esos esqueletos, caminaba
bajo la mirada de mis dos compañeros y la presencia de otras esencias. No lo
dejaría pasar,
- ¡Vamos a sacaros de aquí!-grité a todos ellos. A
pesar de la lluvia, salí al oscuro y tétrico jardín seguido por la morena y el
rubio. Decidido a todo para acabar con todo. Sentía las manos de las entes en
mi cuerpo miré hacia atrás en un instinto y vi que Laura estaba en el suelo
luchando por levantarse y fui corriendo con ella, le estaba ocurriendo lo mismo
que a mi unos minutos antes. Diego rondaba alrededor, supongo que intentaba
echar a los corruptos. Por fin se liberó y respiraba extasiada en el suelo. Oí
de sus labios un susurro pero la mandé callar para que se recuperara, cuando lo
hizo me contó que había algo que no sabíamos y todos ellos sí, pero ante ello
Diego no dijo nada y seguía indiferente, la chica pensó que quizá fueran
malignos pero que sin embargo querían que nos detuviéramos.
-Pero tenemos que escapar de aquí o si no moriremos sí o sí. –le insistí serio
ocultando mi temor.
-… Bueno… entonces creo que deberíamos mirar más dentro
pero un vistazo por el jardín también ayudará.
Parecía una chica inteligente, era misteriosa y muy
mona… la tomé de la mano y la ayude a levantarse, ya en pie no le solté la mano
y le di un beso en la mejilla, ella se quedó muy sorprendida, y yo también la
verdad, no sé por qué lo hice, y le dije que lo lograríamos. Me encaminé por el
oscuro jardín abandonado con Laura de la mano y Diego siguiéndonos inexpresivo
a unos metros.
La niebla y la
tormenta seguían molestando a la vista. Escuché algo moverse en los arbustos,
ambos nos giramos para prestarle atención y además oímos un gruñido, tiré de la
mano de la azabache y ya había salido de su escondite un ser, parecido a un
lobo, más grande, más terrorífico, negro y con ojos que eran como unos focos,
se dirigía a nosotros con intención de atacar.
-Aaaahhhhhhhhh!!- Empezamos a correr por nuestras
vidas.¿¿Por qué?? ¿Cómo demonios habíamos acabado en este embrollo y
perseguidos por un bestial lobo? Aquel lobo se abalanzó sobre Laura, ¡no!
Empujé a Laura para apartarla, pero en su lugar quedé yo ante esa bestia. Cerré
los ojos esperando el momento de la embestida pero el fantasma que nos
acompañaba lo golpeó dejándome perplejo quizá no fuera tan malo después de
todo.
Pero ahora no había tiempo para pensarlo cogí a la
azabache y corrimos hacia las ruinas y una vez llegamos respiramos con el
corazón en la garganta. Estábamos empapados pero bien.
-¿Estás bien Laura?- le pregunté
-Supongo… ufff…de la próxima no salimos- dijo ella, y
al decirlo llamo la atención del espectro que la miró bajo el pelo enmarañado.
Después del susto continuamos investigando el castillo
en ruinas. En un momento Diego se fue de nuestra vista y sentí un empujón frio
que me tiró al suelo entre los cadáveres. Grité forcejeando sin lograr nada y,
como un eco, un grito de la azablache. Me alarmé y seguí intentando liberarme,
por alguna razón la fuerza que me inmovilizaba desapareció, y también Laura.
–No… Laura… ¡Laura!- no contestó, estaba solo y sentía que el corazón me iba
incluso más rápido que todas las ocasiones anteriores. Corrí buscando a la
chica de tez pálida.
Y la encontré, pero no como yo quería…
-¡¡¡¡LAURAAAA!!!! No…- corrí y me arrodillé a su lado,
al lado de un cuerpo sin latidos, la tomé intentado desesperadamente
despertarla, llamándola y abrazándola para darle calor. No respondía, ¿por qué?
No se lo merecía, y yo… la quería. Una lágrima pasó de mi mejilla a la suya, ya
era inútil ya no volvería. Me levanté, con la mirada apagada vi que la habían
apuñalado.
¿Quién?
Y ahora, ¿dónde estaría Diego?
Caminé por el gran salón de piedra buscando algo, lo
que fuera, no sabía que otra cosa podía hacer. Solo encontré más y más sangre,
rastros que un sadicismo había dejado en un cuento de miedo.
Solo quería que acabara, volver, despertar, olvidar…
Un grito sobrecogedor me saco de mis pensamientos y al
darme la vuelta el ligero brillo del metal,
una sonrisa sádica y unos cabellos
apagados fueron mi última visión.
Abrí los ojos y vi unos focos sobre mí y lo último, oí
un pitido agudo y volví a cerrarlos
Todo acabó.
Y desperté, tirado en el suelo frío de un túnel oscuro,
no veía nada no oía nada, una potente luz… era lo único a lo lejos como un
foco… ¡ah! Y una silueta se dirige hacia ella.
Laura… -Laura…- susurré, y a pesar del dolor que me
carcomía el cuerpo corrí hacia la chica de cabellos negros, figura estilizada y
esa mirada tan clara y profunda. La alcancé y en silencio nos tomamos de la
mano y caminamos juntos hacia el final del oscuro cuento.
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